jueves, 1 de agosto de 2013

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

No oía ni los pasos que se alejaban, no oída nada, sólo el descompasado latir de su corazón intoxicado. Todos se habían ido. Soñó con otro país, otra gente, otra vida, pero despertó y seguía en el mismo y asqueroso sitio, el suyo.

Se levantó de la cama y buscó dinero para cigarrillos. No había un céntimo. Deseaba fumar más que nada en el mundo, pero no podía. Se asomó a la terraza y se tiró. Cayó diez pisos más abajo. Su corto vuelo fue el camino más largo hacia su liberación. Su sangre se mezcló con una colilla.

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